La llegada de Ángel Di María al fútbol argentino no sólo «jerarquizó» a la liga local, sino que también trajo otro tipo de consecuencias que afectaron al buen desarrollo del certamen, a la credibilidad de la competencia. Ojo, también trajo el público visitante a las canchas (al menos, en algunas de Primera División). ¡Una muy buena noticia!
¿Hace falta enaltecer tanto a un campeón mundial? Al parecer, sí. En cada estadio que visite Angelito es «obligatorio» que la fiesta sea pura y exclusivamente suya, parece ser una «obligación» que festeje un gol, parece ser una «obligación» que a Central le den una «manito» en todos -absolutamente todos- los partidos. ¿Es culpa de Di María? Desde ya que no.
Metiéndonos en el tema que nos compete, osea Lanús, no sería para nada novedoso decir que el equipo no gusta, no contagia, te quita completamente las ganas de ir a la cancha a verlo (párrafo aparte para la gente que hace un esfuerzo económico gigante para pagar la cuota social o comprar una entrada para alentar al club de sus amores). Pero, muchas veces, el sentimiento por Lanús, por los colores, puede más que todo.
Van solamente dos fechas del torneo vigente, con dos derrotas, con cero goles a favor, y, por si fuera poco, lo más preocupante, con dos errores arbitrales que marcaron el curso de ambos partidos. Habló el Laucha, lo suspendieron. Habló el Cali, lo expulsaron. ¿Acaso Lanús ya no tiene más voz y peso en el torneo? ¿Acaso Lanús es el único equipo que «dice las verdades» de lo que está sucediendo en el fútbol argentino?
El panorama parece oscuro para lo que viene. Ésto recién empieza…
1 Comentario
El técnico no entendió el mensaje de Einstain que loco está el que hace siempre lo mismo y espera un resultado diferente. A Carrera lo tiene que sacar todos los partidos, no tenemos cambio de ritmo en el medio porque insiste con los viejitos, doble cinco de marca y muy poco fútbol creativo. Pone a un nueve de área y no le dan una redonda. Cambia figurita por figurita, si no cambia estamos muertos.