En la previa al choque de este viernes con Gimnasia, Cristian Tavoliere ofrece su punto de vista sobre el resurgimiento del Granate en Mendoza y cómo encarar el partido contra el Lobo en condición de local. En el medio, el mérito de Guillermo por cambiar el esquema y sostener tanto tiempo a Melano, el nuevo goleador del equipo.

Complicado y aturdido, como dice el título de la canción de Los Pericos. Así se encontraba el juego de Lanús, que no estaba pasando uno de los mejores momentos dentro del terreno de juego, pero en las individualidades se depositaba toda la fe para volver al ser el mismo de siempre. En la cancha se veía una falta de entendimiento y una pizca de mala suerte. Eso estaba alterando el orden y provocaba la ausencia de la victoria.

El domingo, en último turno, este grupo que tenía más dudas que certezas dejó boquiabiertos a muchos. ¿A qué se debió un cambio tan positivo en el engranaje del sistema? El equipo de los mellizos se plantó con cuatro jugadores en el medio y dejó arriba a Melano con la responsabilidad de convertir. ¡Y vaya si lo hizo! El cordobés se repartió el frente de ataque con Acosta, mientras que Junior Benítez volvió a su posición de origen que lo hizo destacar en infantiles: la de carrilero por derecha. La secuencia de pases seguidos y la ocupación de espacios fueron aprovechados. Cada uno hizo lo que tenía que hacer en su puesto, a pesar de comenzar en desventaja. Se ganó, se goleó y se gustó. Todo con G de granate.

Guillermo pateó el tablero y por eso el partido se empezó a ganar desde el banco. Siempre apostó por Melano y esta vez le respondió. Barros Schelotto buscó una solución a la falta de juego y contra Godoy Cruz la encontró. Muchos palos tiene en la rueda este Lanús, que si mantiene el nivel y repite en las siguientes fechas, será nuevamente el equipo temible de siempre. La clave está en aprovechar cada recoveco, cada falencia del rival del turno y sobre todo, en saber mantener la cabeza.