Terminaba la práctica y vos, como la mayoría de tus compañeros, ya marchaban para la zona de vestuarios después del entrenamiento. Martinich me había dejado pasar a sacar algunas fotos antes que termine el entrenamiento y yo aproveché para meter la mayor cantidad posible como siempre. Cuando salías, mientras te sacabas fotos con los chicos que los esperaban afuera de las canchas 4 y 5, me llamaste con una sonrisa en la cara… “¿Así que vos andas sacando fotos? A ver, mostrame alguna mía que no tengo muchas acá en Lanús”, me dijiste mientras agarrabas mi cámara. Yo te avisé que había una puntual que te iba a gustar, pero no había caso… No la encontramos. Te fuistes riéndote y mientras seguías saludando gente me hiciste acordar que tenía algo pendiente.

Un rato más tarde, te esperé y te mostré que no era verso. Saliste medio a las corridas porque te ibas con el paraguayo Gómez en su auto y a la pasada me dijiste que te había encantado. “¿Tenes más? Pasamelas al mail o por celu”. Saqué algo para anotar, pero como no encontré nada te prometí que te iba a traer todo en un pen drive. Después me tuve que ir de viaje, no te crucé más… Lógicamente jamás pensé que no iba a ver una próxima vez. Perdoname, no pude cumplir.

Fue una noticia tan triste Diego. De esas que te sacuden, que te dejan pensando. Lo lamenté y lo voy a seguir lamentando como todos. No eras mi amigo, pero si un tipo que día a día me demostraba la clase de persona que eras. Atento, amable, macanudo, siempre te tomabas un minuto más para darnos notas o para charlar con nosotros. Nunca, en siete meses, te ví con cara de culo… No te merecías esto. Te hiciste querer mucho acá, la verdad es que te vamos a extrañar. La foto la voy a dejar guardadita, como vos querías. Desde algún lado la vas a ver, estoy seguro. Como que también vas a estar alentando desde la segunda bandeja a tus compañeros que tanto te necesitan en este momento tan duro. Ahora descansá en paz, te lo mereces.