Lanús jugó curiosamente lejos del arco de River, con un objetivo claro de no arriesgar y cuidar el cero en su arco. No solo que no lo consiguió, si no que al igual que con San Lorenzo dio la sensación de haber desperdiciado 90 minutos en la ida de la Llave. El hecho de haber perdido por la mínima, sin marcar goles de visitante, ¿Sirvió?
OPINIÓN. “Hicimos un partido inteligente. Haber perdido 1 a 0 en esta cancha no es malo, la serie quedó abierta”. La palabra de José Sand siempre es más que autorizada en Lanús. Y al mismo tiempo, deja en claro que el accionar del Grana en el Monumental no fue casualidad, sino que más bien fue una causalidad. Los dirigidos por Jorge Almirón mostraron una cara desconocida, siendo defensivos por demás, sin generar jugadas de gol en el arco contrario y marcando con casi todos sus jugadores los 90 minutos del partido. Está claro que dé ante mano, el resultado no es malo. Sin embargo, el debate está abierto. ¿Cuánto le sirvió al conjunto de Almirón perder y además no marcar goles como visitante?
La sensación es que se pudo, al menos, algo más. Alguna chance de gol, algún remate de media distancia, algo… De hecho, Lux no tuvo siquiera una intercepción. ¿Cómo se entiende? Hasta resulta curioso, más aun teniendo como ejemplo cercano lo sucedido con San Lorenzo. Regalar 90 minutos, en esta instancia, está más que claro que no sirve. Si River hubiese estado más fino, la diferencia podría haber sido mucho más amplia.
Ahora bien, la revancha podrá ser diferente en cuanto al planteo. Pero no deja de ser un peligro saber que si River marca al menos un gol, Lanús deberá ganar por dos de diferencia (el primer ejemplo sería 3 a 1). Y ahí sí será hora de lamentos. Haber respetado tanto al Millonario puede costar tan caro como una eliminación a un pasito de llegar a la final. Para pensar, ¿No?
Párrafo y para tomar nota respecto de algunos errores no forzados de Lanús, reitero, en una instancia histórica como una semifinal para esta institución. Inentendibles pérdidas del balón tratando de salir jugando con los centrales. Cuando el rival no te deja, no se puede jugar al límite tantas veces. Debería existir alguna variante. Otra: Andrada y sus pases a la nada misma. Se pudo contar como el arquero en varias oportunidades trató de jugar con sus pies enviando la pelota fuera del campo. O mismo como a Velázquez se les escapó la pelota por debajo de sus botines reiteradas ocasiones. Ni hablar de la displicencia de algunos jugadores… Ah, y otra cosa: ¡no se puede meter goles tocando hasta que el nueve la empuje abajo del arco! Hay que patear al arco, buscar sorprender.
