“¡PARA VOS, DIEGO!”

Enrique Triverio recordó a su amigo Barisone luego de convertir un golazo en la victoria de Toluca sobre Necaxa, por la Copa México Apertura 2015. Ambos habían forjado una gran amistad durante su estadía en Argentinos Juniors y en Unión de Santa Fe, en el que fueron clave para el último ascenso.

Barisone-Triverio

El golazo que acababa de convertir le importaba poco en realidad, o casi nada, porque lo que Enrique Triverio más deseaba en ese instante era descargarse, sacarse una mochila de encima y desatar ese nudo molesto que le atravesaba la garganta. Entonces corrió como si estuviera enajenado, en trance, y se detuvo a los pocos metros, cuando las piernas ya no aguantaron más. Se besó las manos, las elevó hacia el cielo y, ahí sí, soltó el grito sagrado: “¡Para vos, Diego, para vos!”. Tan claro como emotivo. Inconfundible.

Durante ese segundo celestial, eterno e inolvidable, el delantero de 26 años abrazó a su amigo Diego Barisone, quien falleció en la madrugada del martes en un accidente automovilístico cuando regresaba de su Santa Fe natal hacia Lanús, donde el plantel granate lo esperaba para empezar una nueva semana de entrenamientos. Es una imagen conmovedora, que eriza la piel y que dejaría al ser humano más frío al borde del llanto.

La de Triverio -en la victoria de su Toluca sobre Necaxa, por la Copa México Apertura 2015- fue otra de las tantas muestras de cariño que el fútbol argentino en general le dedicó a Bari, a quien sus ex compañeros y allegados recuerdan como una gran persona y un profesional indiscutido.

Se conocieron en 2013, cuando ambos coincidieron en Argentinos Juniors en el equipo que dirigía en ese entonces Ricardo Caruso Lombardi. Al poco tiempo se reencontraron en Unión de Santa Fe, en el que fueron clave para lograr el ascenso a la Primera División de la mano de Leonardo Madelón. Barisone, baluarte de la defensa tatengue, evitaba los goles, mientras que Kike los convertía. A esa altura ya habían forjado una relación amistosa que nada ni nadie podría quebrantar. Ni siquiera el destino. El tan injusto destino.

El gol con dedicatoria de Triverio a Barisone (1’58”)

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