El domingo se pone en marcha una nueva ilusión para Lanús, que ya fue víctima de una gran desilusión antes de que empiece a rodar la pelota. La desgracia -con suerte- que le tocó vivir al Flaco Leto fue un golpe más al ya dolido corazón granate. Ese que aún intenta recuperarse de las finales perdidas y las oportunidades desperidiciadas en el segundo semestre de 2014. El mismo que también latirá a mayor velocidad cuando, a través de la pantalla de televisión (cambia el formato de torneo pero no vuelven los visitantes, para variar), el equipo de Guillermo Barros Schelotto salga al campo de juego del estadio Centenario, que sólo albergará socios de Quilmes en uno de los clásicos más añejos de la zona sur.
Una constante en los últimos años, el Granate fue uno de los equipos que más y mejor vendió en este libro de pases. Los once millones de dólares que ingresaron por Marchesín, el Pulpo González y Romero, todos en el fútbol mexicano, refuerzan las arcas del club y permiten invertir en apuestas de corta o mediana edad para que el ciclo de supervivencia siga funcionando. Son los casos de Monetti, Barisone y el Bicho Aguirre, la última contratación, que pasan a ser patrimonio y con altas chances de reventa. Otros, como Melivilo, deben ganarse un nombre y demostrar que pueden imponer sus condiciones en la exigencia y el roce de Primera. Y los últimos, seguramente los más respetados e idolatrados, como el Polaco Fritzler y el propio Leto, son aquellos que resignan parte del aspecto económico para privilegiar el deportivo y así ofrecerle un plus de jerarquía al club que tanto hizo por ellos.
Lo admitió Guillermo sin rodeos: la base del campeón sudamericano ya no está. El doble desafío de tapar huecos para seguir vigente en los primeros planos forma parte del oficio mismo. Y los mellizos lo saben. Hay varias materias pendientes que aprobar, entre ellas la coordinación defensiva (con los mismos intérpretes será difícil) y la generación de juego (¿podrá el Marciano Ortiz cargarse la mochila de la conducción, tal como asumió ante los micrófonos?). Hay una más que no está tan implícita, pero es incluso más importante que las anteriores: la capacidad e inteligencia para manejar los partidos y, sobre todo, sostener resultados a favor. El resto correrá por cuenta de la suerte, que ya está echada.
