Era hoy, tenía que ser hoy. Estaba escrito en algún lado, o al menos lo presentía. Por eso en el debut contra Estudiantes no tuvo ninguna situación de gol, ni siquiera pasó cerca del arco contrario. Es que debía ser este domingo, en La Fortaleza -su casa- y con su gente. Y yo que en algún momento de mi vida pensé que esos dos goles que no pude gritar en La Ciudadela de San Martín de Tucumán -infiltrado en la platea local- sería la última imagen de José Sand que tendría para siempre en mi cabeza. Pero me equivoqué: todavía queda mucho por sentir. Ya no hay nudo en la garganta ni gritos atragantados.
Qué peculiar será el destino que este reencuentro oficial de Pepe con el Granate tuvo dos semejanzas llamativas con esa pseudo-despedida en el noroeste argentino. Aquel domingo 5 de julio de 2009, por la 19ª fecha del Clausura, convirtió el primero de penal y el segundo de cabeza. Hoy fue al revés: testazo para empatarle al sorprendente Defensa y Justicia y precisión desde los doce pasos para pasar al frente. Aquellos tres puntos dejaron un sabor agridulce porque no alcanzó para lograr el título, que ya se había escapado en la fecha anterior frente a Vélez. Los tres de hoy, sin jugar bien, quedaron eclipsados por la gran actuación del centrodelantero correntino.
La espera fue larguísima, no exagero, pero valió la pena. Fueron poco más de seis años y medio; 2415 días, para ser preciso. Y vaya uno a saber cuántas horas, minutos y segundos separaron esa imagen inmaculada de #JS9 llenándose la boca de gol en la calurosa tarde tucumana del festejo desaforado de esta tarde en la Ciudad de la furia. Fue mucho tiempo… miren si habrá corrido agua bajo el puente mientras El Famoso Pepe caminaba por la cornisa fuera de su casa.
Tenía que ser hoy, José. Era obvio: justo en el Día de los enamorados. Vos para mí, yo para vos. Como siempre debió ser. Ya nos desahogamos, lo que venga a partir de ahora será de regalo. Una luna de miel. Un obsequio divino. Dios quiera que esta locura que estamos viviendo nuevamente no se termine nunca y que te veamos muchas veces más corriendo despavorido hacia el mismo banderín de La Fortaleza. Ahí te estaremos esperando para dejar la garganta al ritmo de tu son.