El primer tiempo ya fue un suplicio para Lanús, que con el empate parcial la estaba sacando muy barata. Sólo por la estupenda tarea de Marchesín, una vez más, se podía entender que el Grana se haya ido al descanso sin goles en contra. En total fueron entre seis y siete ocasiones de riesgo para Cerro Porteño, que a los cinco minutos tuvo dos seguidas. Y una mas clara que la otra. Primero presionó Oscar Romero en la salida y clavó un zapatazo de zurda que forzó un atajadón del uno granate. Y enseguida llegó el segundo desborde a fondo de Bonet en el partido, con un pase al medio que Ángel Romero conectó al travesaño. El Ciclón era una tromba y en los primeros 20 minutos probó al menos tres veces más al arco de media distancia, aunque Marche y la falta de puntería le impidieron conseguir una ventaja que ya merecía. 

Los del Chiqui Arce atacaban con mucha determinación y agresividad, ante un equipo de Guillermo que se veía desbordado y superado en todas las líneas, con fallas inéditas en el fondo de jugadores experimentados como Goltz y Somoza, valuartes hace unos meses para conquistar Sudamérica. Para disminuir el dominio local, el Granate contrarrestaba a partir de la habilidad de Benítez, que a los 22 generó desequilibrio con una gambeta hacia afuera y un centro que Silva cabeceó a las manos de Fernández. Cinco minutos después volvió a ganar Junior, que desplazó con el cuerpo a Ortiz tras un lateral de Araujo, se escapó por la línea y envió un buscapié para el anticipo de Pereyra Díaz, aunque sin ubicación del arco. De todos modos, Lanús ya no sufría tanto como al principio. En los últimos minutos, y si bien estaba lejos del rendimiento ideal, pudo controlar mejor a Cerro y mostró algo de seguridad con la pelota. Pero fue sólo un espejismo, ya que sobre el final volvió a aparecer Marchesín en toda su dimensión, con las luces encendidas para atorar a Güiza y luego ahogarle el grito al español tras un cabezazo a quemarropas, si bien la jugada no valía por offside.

El panorama no cambió y ni Marche iba a poder evitar lo que se venía. Fue un vandaval del cuadro azulgrana, que en diez minutos concretó todo lo que no logró en 45. Desde el vestuario llegó el primer gol de la noche, cuando se jugaban apenas 20 segundos: un pase en línea recta de Corujo habilitó a Dani Güiza, que con una notable media vuelta -alta e inatajable- junto al primer palo quebró la paridad. Se hizo justicia en la Olla. Tarde, es cierto, pero justicia al fin. Y vaya que el Granate sintió el impacto. A los cuatro, de un tiro libre con magistral pegada de Oscar Romero apareció Dos Santos para rozarla en el camino y poner el segundo. Fue una ráfaga del Ciclón, que no terminó ahí. Inspirado, el 10 exigió una volada de Marchesín desde un balón detenido y, después que Silva viera su tercera amarilla en la Copa por un cruce innecesario con Ángel Romero, de ese córner llegó el penal que cometió Matías Martínez -casi nunca se cobran, puede ser- por un claro agarrón a Danilo Ortiz. Como no podía ser de otra manera, de la ejecución se hizo cargo Dos Santos, con un remate esquinado junto al palo derecho, que el arquero granate tocó pero no terminó de sacar.