Tiempo fuera

Se acabó la paciencia en Lanús, que vive horas agitadas por la eliminación en Copa Sudamericana a manos de un rival endeble como Independiente del Valle que lo superó con poco en la serie, y la posterior salida de Jorge Almirón como director técnico del primer equipo.

Ciclo cumplido. El entrenador más ganador de la historia del Granate, reconocido por su sello y filosofía de juego inconfundible, nunca le encontró la vuelta en esta segunda etapa. Un equipo sin identidad, sin ideas, sin un patrón de juego y sin una lógica en muchas de las decisiones que anticiparon un final anunciado.

Triste desenlace de un paso que comenzó con todas las luces en navidad y terminó con el barco a la deriva en seis meses. El choque no fue repentino, más bien una acumulación de hechos desafortunados.

El destrato a un ídolo como Valeri, anteriormente a Sand, dentro de un plantel dividido internamente y sin un norte a la vista. Los pibes brillaban por su ausencia o iban todos juntos directo a la hoguera. Sin mencionar la infinidad de cambios inexplicables o jugadores en posiciones difíciles de explicar.


Nada es casualidad, sino causalidad. Le toca a Rodrigo Acosta la ardua tarea de tomar el timón y encauzarlo en apenas 48 horas, con algún golpe de efecto que levante anímicamente a un equipo desmotivado en todo sentido. Que sea lo mejor hasta que los resultados o el andar futbolístico digan lo contrario, por el bien de Lanús.

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