Fue un jugador legendario del que se cuentan hazañas futboleras difíciles de creer, como aquel cabezazo que según aseguran los testigos presenciales, asestó contra el travesaño de su propio arco para recibir el rebote de pecho y con un giro en su propia área chica, salir jugando con pelota al pie y cabeza levantada, una estampa que fue el sello de José Nazionale y que lo llevó a defender la camiseta de la Selección. Cuesta creer que esa jugada haya existido, pero son tantos los veteranos que la cuentan -es cierto que de distintas maneras- que algo fuera de lo común pasó, y seguro que más de una vez. Era un futbolista diferente a todos, alto, elegante, su filosofía era tratar bien el balón. El Negro Ramos Delgado nunca se cansó de contar la anécdota que pinta a Pepe de cuerpo entero: “Una tarde que jugaba uno de mis primeros partidos en primera ante Racing, yo estaba un poco nervioso y reventé una pelota dividida contra el alambrado. En el entretiempo, don Pepe me llevó aparte y me dijo: ‘Que sea la última vez que usted rifa una pelota. Acá en Lanús eso está prohibido. Juéguela, y si la pierde, no se haga problemas que estamos nosotros. ¿Está claro, no?’”
Nacido el 30 de marzo de 1927, fue un típico producto de Villa General Paz, el casco urbano de Lanús Este fundado en 1888. La casa familiar de Madariaga y Arias donde creció aún está en pie a escasos 30 metros de la cancha, cuya fisonomía ha cambiado bastante más. Ingresó a las inferiores de Lanús a los 15 años sin abandonar los picados que jugaba con los pibes de su barrio, y cuando por eso fue reprendido, decidió alejarse del club. Como muchos futbolistas de su tiempo cumplió con el servicio militar a los 20 años. Allí lo vieron jugar dirigentes de Gimnasia, quienes lo llevaron al club platense, donde además de conseguirle la baja le hicieron su primer contrato. Debutó en la primera del Tripero en 1950 a los 23 años, y a pesar de jugar 30 partidos no se pudo afianzar. Entre 1951 y 1953 jugó en Huracán, y en apenas 23 encuentros tampoco pudo desplegar el talento que exhibiría a partir de su retorno al club del que siempre fue hincha, donde jugó su primer partido el 12 de septiembre de 1954 enfrentando a Banfield en Peña y Arenales, con victoria Granate por 3 a 2.
Muy pronto integraría una de las líneas medias más famosas de la historia del fútbol argentino: Daponte, Guidi y Nazionale, el mediocampo de Los Globetrotters, para muchos el equipo más lujoso que existió. A Pepe le pertenecía la galera y el bastón con que la prensa describía el juego de aquel elenco fabuloso, el primer equipo Granate que obtuvo un subcampeonatode Primera en 1956, torneo que peleó mano a mano con La Máquina de River. Como a todos los integrantes de aquel plantel le tocó sufrir la incomprensión de sus propios hinchas, dolidos por la derrota sufrida ante River a poco del final del torneo. Aunque siguió siendo titular hasta 1960, su estrella poco a poco se fue opacando. Verdadero caballero del balompié que sufrió una sola expulsión, Nazionale dejó el club luego de 158 presencias y 16 goles. En 1961 jugó en Unión de Santa Fe, donde tras 18 partidos y dos tantos convertidos abandonó la actividad a los 33 años. De vuelta a su ciudad, se dedicó a la venta de seguros hasta edad avanzada. Su vida se apagó el 27 de febrero de 2007, cuando estaba por cumplir 80 años.