Aquel 28 de julio de 1990, el Lanús que dirigía Miguel Ángel Russo derrotaba desde los doce pasos al Cervecero tras caer 1 a 0 y regresaba a la Primera División después de la triste definición un año atrás ante Chavo For Ever. A continuación, un resumen del sexto ascenso del Granate en su historia, con el antes y el después de un proyecto futbolístico que hoy en día tiene a Lanús en los primeros planos del fútbol argentino.
Se lo considera uno de los hechos más importantes, que marcó un antes y un después en la vida futbolística e institucional de Lanús. Con la experiencia a cuestas de jugar tres años en la Primera C, una situación límite que dejó al Granate al borde de la quiebra económica y que incluyó varias frustraciones acumuladas. La mayoría por partidos clave que hubiesen significado un salto de categoría, como ocurrió ante Chaco For Ever, cuando el Grana dependía de tan sólo un empate para llegar a Primera. Pero la derrota 1 a 0 fue una desilusión más. Había que dar vuelta la página. Al año siguiente, Lanús volvía a asomar entre los primeros puestos, con un equipo que no se caracterizaba por brillar o vapulear a sus rivales. Pero que le alcanzó para entrar con lo justo a la zona clasificatoria. Allí se enfrentaban ocho clubes todos contra todos, en una especie de mini torneo para definir el ascenso.
Eran tiempos de economía más austera, con un técnico debutante como Miguel Ángel Russo, acompañado por Hugo Gottardi como ayudante de campo y Daniel Córdoba en el rol de preparador físico. Y un plantel que se formó a último momento. Pues a los “sobrevivientes” del plantel que resignó su chance de ascenso en Resistencia, como Perassi, Herrera, Bidevich, Cabrera, Armando Gonzalez, Barzola, Bertolini y Villagran, se les sumaron Mercado (Cipolletti de Rio Negro), Abel Alves (Huracán de Chabás), Bianculli (Deportivo Italiano), Mainardi y Stele (Estación Quequén), Néstor González, Angelello y Guillermo Alonso (Estudiantes), Marcelo López (Atlético Rafaela), Pastorini (Ferro), Beltramo (River) y Bustamante (Newell’s). A medida que avanzó el torneo debutaron provenientes de las divisiones inferiores Fabián Cordero, Silvio Gil, Hernán Meske, Gabriel Schurrer y Oscar Monje.
La campaña total ascendió a 50 partidos (42 por el torneo regular y ocho por el reducido), con 21 partidos ganados, 16 empatados y 13 perdidos. Inesperado para el mundo futbolero, los dirigidos por Russo fueron creciendo con el correr de los partidos, de menor a mayor. En el camino quedaron Deportivo Laferrere (octavos), Atlético Rafaela (cuartos) y Belgrano (semifinal), hasta llegar al máximo de su potencial en el juego más importante. El que definía su suerte para regresar a la elite del fútbol argentino, ni más ni menos que en el clásico ante Quilmes. Con la emoción e incertidumbre que rodea a esta clase de partidos, la tensión se apoderó de la escena principal cuando comenzó la serie. Y había de dónde agarrarse: las malas experiencias anteriores no le jugaban una buena pasada.
El encuentro de ida había terminado a favor del Granate por 2 a 1, con un doblete de Fabián Mainardi. En el de vuelta, el público y las pulsaciones se duplicaron. A medida que se acercaba el arranque del cotejo, el viejo estadio de madera de Quilmes se colmó. El Cervecero llegaba bastante entonado y para Lanús era una revancha inmejorable. Gilmar Villagrán fue el protagonista y la figura de aquel equipo, aportando control de pelota, mucha técnica, un juego atildado y una pegada exquisita. Justamente después de un remate del uruguayo, que pasó muy cerca del arco, se desmoronó gran parte del público visitante. La abalancha fue tan profunda que ocasionó serios problemas en algunos simpatizantes, quienes sufrieron fuertes impactos, rotura de prendas y hasta la fractura de huesos. Había una multitud y se vivió como pocas veces antes.
Volviendo al juego, el Grana tuvo la oportunidad de ascender directamente en los 90 minutos, pero el tanto de Gáspari -capitán de Quilmes- decretó la igualdad en el global, que estiró la definición a media hora de alargue. Tras el gol mal anulado a Pirulo Cordero por offside, y como no se sacaron diferencias, todo se resolvió en la tanda de penales. Para desahogo de todos los granates presentes, allí sí se impuso el elenco de Miguel Russo por 4 a 1. Convirtieron Bidevich, Marcelo López, Chucho Schurrer y Villagrán, como no podía ser de otra manera, mientras que Blasón fue el único que acertó del lado cervecero. Héroe y determinante en la serie, Alcides “Lechu” Herrera se lució con una atajada bárbara a Karabin y el remate al travesaño de Gáspari le dio a Lanús el boleto para volver a Primera.
Al término del partido, se desató la alegría y emoción contenida durante mucho tiempo. El festejo del plantelgranate se trasladó del viejo estadio de Quilmes al Microestadio Antonio Rotili. Allí los esperaba una multitud que recibió a los héroes de aquella época. Si bien descendió al año siguiente para retornar nuevamente en 1992 a la máxima categoría, de donde nunca más se movió hasta el día de hoy, ese 28 de julio de 1990 significó mucho más que un ascenso. Fue un renacer en la historia de Lanús, muy rica a partir de ese momento. Se les debe a esa camada de profesionales, que le devolvió la mística y el espíritu ganador que se mantiene en la actualidad.
LA SÍNTESIS DEL PARTIDO:
Quilmes (1): Mulet; Ayala, Karabin, Almandoz, Kalujerovich; Gáspari, A.Rodríguez, Gómez; Blasón, Sosa y Rufini.
Suplentes: Bernardo, Orengo y H.Rodríguez. DT: Hugo García.
Lanús (0): Herrera; Bidevich, Meske, Schurrer, Armando González; Cordero, Néstor González, Bertolini, Angelello; Alonso y Villagrán.
Suplentes: Perassi, Pastorini y Bárzola. DT: Miguel Angel Russo.
Un comentario
Dejo la lectura en el primer párrafo. Tiene muchos errores.