Es una tendencia que se acentúa con el correr de los partidos y que, por lo que parece, no se detendrá: Lanús se volvió Acostadependiente. Y no es ninguna novedad que tenga que ser muy desarrollada. Si la pelota no pasa por los pies del Laucha, no hay desequilibrio ni se genera peligro. No está mal que un equipo ponga en juego al único as de espadas que tiene en su baraja. Sin embargo, las manos pasan y su carta más importante se va desgastando. Y si se la pierde en una jugada cualquiera, el juego se termina rápido.
No importa en qué cancha sea y tampoco en qué sector del campo de juego ocurra. Es automático: cuando un jugador de Lanús agarra la pelota, enseguida levanta la cabeza y lo busca a él, el único que encara y pasa cuando se lo propone. Claro que los rivales saben que esto sucederá y es por eso que toman recaudos: a veces al límite del reglamento. ¿O acaso no da la sensación de que en cualquier momento lo van a lesionar con esos topetazos que le dan para pararlo? Ayer, por ejemplo, Acosta hizo amonestar a tres jugadores de Unión que tuvieron que pegarle para detener su marcha.
El problema es que no da la sensación de que el Granate tenga un plan B o un as de bastos para repartir el protagonismo. Hasta la finalización del Torneo de Transición, el Chino Romero era el acompañante ideal. Pero ya no está más. Y el Laucha se quedó solo. Él lo sabe, Guillermo y el resto de sus compañeros también. Por eso depositan su confianza en sus corridas interminables. No está mal que se lo busque, aunque tampoco hay que abusar.
Acosta no es un goleador nato, más allá de que cada tanto se filtra en la defensa rival y marca, como ayer ante el Tatengue. No hay que malacostumbrarse: lo suyo es desbordar y asistir, como lo hizo para que Melano se lo perdiera increíblemente debajo del arco. Cuando no le salgan las cosas, al menos pedirá la pelota y empujará. Si hay que dar una mano para recuperarla, redoblará su esfuerzo y correrá hacia su arco. Pero todo no puede. No le pidan más. Esto es Lanús, no Deportivo Acosta.
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El problema que venimos teniendo desde el año pasado es que no tenemos nada de juego, Ortiz no existe, literalmente no existe, Ayala casi que depende pura y exclusivamente de su pegada y cuando no está fino tampoco sirve de mucho, Friztler está haciendo muy bien su trabajo, ayer quedó condicionado por la amarilla a los 7′ del primer tiempo por un corner fallido nuestro.
Al margen del error, la defensa mejoró notablemente respecto del año pasado, pero si no tenemos juego en el medio vamos a estar peor porque ahora no está Romero para hacer los goles y Silva es un ex jugador (y ni siquiera es viejo).
Habría que probar con Aguirre que parece tener personalidad y buen juego y con Valdez de enlace y no de delantero pero bueno, no va a pasar.